domingo, 31 de marzo de 2013

Recuento tapatío.


No podemos pensar que todos tengamos un nivel tal que ya no sea posible la artesanía, que se va volviendo un reducto de clases populares como desamparadas. El hombre se realiza como homo faber al trabajar con sus manos; el error es que ahora todos queremos ser homo sapiens. Frente a tantas profesiones supuestas podemos volver a cosas sencillas. Quiero que no se exagere el desarrollo cerebral a costa de la atrofia de las manos. Por el don de nobleza heredada  o por nobleza adquirida que hemos llamado de toga, el hombre mira viles los trabajos manuales y así traiciona su naturaleza.
Juan José Arreola, La palabra educación.

A dos meses de la última vez que escribí algo por acá, me animo a contarles un poco de lo que ha pasado con este proyecto en estos tiempos. Son más y más cosas geniales, historias bien bellas las que he tenido la oportunidad de vivir, sorpresas cotidianas y, la verdad, ¡en estos días no me cambio por nadie!

Hace dos meses largos regresé a Guadalajara y, como creo haberles contado ya, llegué a la ciudad dispuesta a conocer de lugares donde se pudieran mover los muñecos. La cosa estuvo en que fui a Chapultepec y al Expiatorio y, en cambio de optar por ponerme en alguno de los dos lugares con los muñecos, tomé la decisión seguir haciéndolos por encargo. La cosa es que para ponerme en un sitio necesito tener un buen grupo listo y ese tipo de trabajo, que intenté en principio, me desgastó y sentí que podía afectar la manera en que trabajo. En principio, ha sido genial encontrar a gente tan especial en la ciudad que se ha interesado en los trapitos y, más que "lazos comerciales" o esas cosas, he sentido que se han forjado buenas relaciones y fortalecido muchas amistades, donde esto de trabajar con las telas ha sido una de las cosas, entre otras, que me han permitido acercarme y descubrir mundos bellísimos.

El hecho de trabajar por encargo tiene, para mí, el encanto de saber que alguien quiere un muñeco especial y, cuando es así, piensas en esa persona y allí encuentras motivos para que el muñequito quede bien. Por otro lado, no estás produciendo muñecos en masa, sino que puedes tomarte el tiempo de hacer cada uno, conseguir los materiales que hagan falta, imaginar un rato... Algo así. En estos días pienso que hacer muñecos es uno de los mejores trabajos que he tenido, que me exige un tiempo, que me organice, planee y, además, me deja hacer otras cosas, aprender de todo, tocar el cuatro, cantar, leer, escribir, bailar, caminar, compartir tiempo con los amigos.

Las tres muñequitas que hice de primeras tuvieron dueño pronto. Dos de ellas se las llevaron Aurora y Luis Ángel, dos personas bien ásperas y con un corazón gigantesco. La otra, la señorita Victoria, la troqué por un cactus hermosísimo que se me extravió, pero bueno, fue el primer trueque que pude hacer, con un chico al que le dicen Ñoñangas, y que tiene un puestito de diferentes variedades de cactus en Chapultepec.

En esa calle se ponen muchos artesanos y gente que tiene productos muy especiales; se encuentran todo tipo de cosas, desde lámparas, camisetas, comida, jabones, muñecos, artesanías varias y joyería, hasta gente que alquila aros para jugar un rato, o que proyecta películas para los que se pasan por allá. Todos los días arman algo allí: los lunes puedes ir a bailar salsa, los martes y viernes hay gente que practica roller slalom (aquí les dejo un videíto reáspero de lo que puede hacerse, es pasado) entre ellas mi gran amiga Bárbara, y se la pasan haciendo unas piruetas pasadas de calidad. Siempre te encuentras con ciclistas, patinadores, gente haciendo cosas bacanas... En fin. Allí encontré a Cateto, un búho de fieltro que me acompaña en las desveladas, y que hace parte de un tipo de muñecos que se encuentran mucho en el país, cosidos desde fuera con lana y fieltro, por lo general de todos los colores, y con armazón de metal recubierto. Son duritos y hermosos.

Pero, para mí, uno de los lugares más chéveres es la explanada del Expiatorio, uno de los templos más bellos de la ciudad. Los sábados y domingos en la noche, en su Corredor Cultural, se ponen artesanos, vendedores de comida y, lo más bonito, se realizan talleres de todo tipo. Hace dos semanas comencé a asistir a los talleres de Caracol de tierra, donde enseñan a trabajar el barro para hacer jarros, tazas, muñequitos, todo esto con los niños y adultos que se acercan. En esos días se puede escuchar música tradicional, encuentras artesanías de todos los estilos; hay puestos donde consigues setas y hongos, y además están los talleres de pintura, modelado de máscaras, y hasta quien te endereza la espalda o te da masajes. Allí mismo escuché después de muchos años y con muchísima más atención el son jarocho, uno de los géneros más bonitos de México, de la zona de Veracruz, y decidí empezar a asistir unos talleres que se hacen en Mezquitán, muy cerca de donde vivo. Mejor dicho, es un lugar mágico, el Expi.

Desde que llegué, los amigos me empezaron a hacer encargos. Para regalar a niños, hijos, amigos, novias, amigas... No ha faltado trabajo, pues. De los más divertidos y también más demorados, recuerdo ahora el "Ché Gato"; un payasito que me encargó la señora donde conseguí las telas por primera vez; y la parejita de "El extraño mundo de Jack". Noches de desvelos y risas. También me encargaron una Juana de Asbaje para hacer sobre una pintura.

Como los encargos de ese estilo necesitan accesorios particulares, decidí hacer un mercadito de botones, cuentas de madera, decoraciones de fantasía y lanas de todos los colores. Así que de tanto material tuve que pensarme mejor la manera en que organizaba mi cuarto-taller. Adecuar el espacio, que dicen. En una cajonera de cartón organicé las telas, en un cartón de huevos tengo cuentas y accesorios de todos los colores, y, aunque con dificultad, intento mantener hilos, agujas, lanas, tijeras, metro,  en un pequeño estante de cajas de cartón pintadas. Ahí se va armando el taller, y hace poco pude colorear una de las paredes. He invitado a varias personas a conocer el lugar, y bueno, poco a poco han pasado cosas chéveres, como amigos que llegan a aprender a hacer muñequitos, o una tarde con los jaraneros tocando por acá. Les dejo una foto del estado actual del lugar, para que se hagan una idea, jejejé.

Otros lugares bien bacanos son el Parque Rojo y el corredor cultural del Ex convento de El Carmen, así como el Tianguis Cultural de Plaza Juárez, que se arma los sábados. Hay mucho movimiento en la ciudad. En el Parque rojo conocí a las bordadoras de Jalisco, un movimiento muy interesante de mujeres que bordan los nombres de los muertos de la violencia, y que está presente en varias ciudades del país. Una forma de mantener en la memoria lo que no debe olvidarse. Allí se reúnen, todos los domingos, y cualquiera que llegue puede sentarse a ayudar bordando por las víctimas. Es bien duro, te encuentras con historias fuertes, la reflexión, al menos, es inevitable para quienes se acercan al proyecto.

En el Exconvento encontré a Gastón Bachelard. Ese fue el nombre que le puse al muñequito hecho en cadeneta de doña Lupe, quien hace unas muñecas de trapo y otros artículos tejidos a mano. Encontrar estilos tan distintos y técnicas tan bellas ha sido de lo más bonito. Muñecas tradicionales con sus cintitas y trenzas de colores, las zapatistas, hermosísimas, las de fieltro, las chiquitinas "quitapesareñas"... Poco a poco se encuentran cosas preciosas, significativas, además, pues te hablan de sus autores, de historias de vida, de historias más viejas, dolorosas, a veces, otras sonrientes, expresivas, históricas, también.

Hace unas semanas la ciudad de Lagos de Moreno andaba en fiesta por sus 450 años y Luis Ángel me invitó a pasar unos días allá en un encuentro de poetas. Mi amigo tiene una familia preciosa, y aparte de unas muñequitas que llevaba él para su mamá y una amiga, le dejé otras a dos de sus sobrinitas. Salir de Guadalajara un rato fue genial, el "cotorreo" estuvo sabroso y además me hicieron un encargo en el que ahora estoy trabajando. Al llegar, otra muñequita fue a parar a las manos de una de mis exroomies, quien se casará en unos días, motivo por el que nos abandonó, jeje...

Mis roomies son un amor. Creo que son de las que más me han colaborado con telas para trabajar, de ropa que ya no usan, materiales que me facilitan, y la Bárbara, como siempre, me ha ayudado a mover el asunto entre sus amigos y conocidos. Eso me tiene "bien mucho" contenta. Aparte me aguantan el desorden inevitable de trabajar en casa, aunque yo trato de no causarles muchos problemas. Gracias a ellas tengo espacio, cama para dormir, silloncito para coser tranquila y cómoda, cigarritos cuando hacen falta y, sobre todo, sonrisas gratuitas todos los días.

El fin de semana pasado armaron una Feria del Trueque en el Parque de El Refugio. La Feria hizo parte de una iniciativa de recuperación de las áreas comunes del barrio, un trabajo bellísimo, y además de encontrar personas geniales y cosas en trueque en muy buen estado, los jaraneritos estuvieron tocando, así que fue una jornada hermosa. Guadalajara es un pañuelito, y a mí me encantan sus mocos, jajaja. Entre lo que llevaba la gente para intercambiar, encontré un vestido amarillo y con botones que ahora es mi delantal de trabajo. Me gusta mucho porque es bien colorido y creo que los colores estimulan la imaginación, te mantienen con la energía arriba, o algo así. Y bueno, aunque no llevé más que una muñequita para cambiar por un disco de música, pude enseñarla y el trueque se hace cada vez más posible. Comida, visita, telas, materiales, compartida de conocimientos, hacen parte de las cosas que he podido ir viviendo con quienes estoy conociendo. Así el aprender es más bonito.

Ahora el barro me está llamando mucho la atención y ya hice mi primer experimento de muñeca. Juancha, como la llamaron, tiene piernas, pelo y brazos de estambre. Mi idea es poder seguir experimentando con el material. El barro es tierra, agua, aire que seca y fuego que coce. Cuando lo vi, pensé de nuevo en las wayunkerras y los muñecos prehispánicos, así como en una idea que me ronda hace un rato y que tiene que ver con  el hecho de hacer de las muñecas mujeres no solo ligeras de trapo, sino fuertes. Algo como la resistencia del barro, de moldear, amasar, trabajar las manos de otra manera. Ya les contaré qué pasa con eso, por ahora trabajo en una chica árabe sobre una pintura que me mandaron y en una taza en barro que espero terminar mañana. Esto marcha viento en popa. Ya pues, y para despedirme por ahora, acá les dejo fotitos de las últimas chicas que he hecho.

Sylvia, para mi hermanita

Juana de Asbaje

Payasito

Conchita

Ché Gato

Alejandra

Alejandra

Alejandra

Alejandra

Alejandra

Virginia II

Marian

Jack y Sally

Gato

Blue Monk


Virginia I (de la Vero)
Alondra

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